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Se nos presenta una de las últimas obras del escultor José Antonio Hernández, donde a llevado esta talla completa del Nazareno, a su máxima expresión en la imaginaría, inspirada en la belleza barroca.
Lo primero que nos llama la atención al contemplarlo, es la expresión de su mirada compasiva, hacia el que lo contempla, conseguida con un simple gesto natural y donde nos comunica la belleza y sufrimiento a través de sus ojos y pelo esculpido entre la corona de espinas. No nos deja indiferentes la sangre de su rostro que gorgotea hacia la túnica rojiza-morada y que deja insinuar un hombro descubierto, la túnica da una sensación de movimiento y naturalidad, gracias a los detalles de tallado en la madera y los pliegues para la formación de esta.
Resaltamos el rasgado de la rodilla izquierda, la cual nos muestra una rodilla sangrante y sufrida por las caídas acaecidas durante su camino al monte Calvario transportando la gran cruz arbórea, sujetada por unas manos talladas y posicionadas perfectamente sobre esta, donde se observa los pliegues de la piel y las venas dilatadas debido al esfuerzo soportado por los pecados de la Humanidad.
Son las manos las que hacen contrarrestar la posición de los pies descubiertos, haciendo resaltar la amplia zancada en su camino al Gólgota. Hay que resaltar que estos pies no son puntos de soporte, siendo en el punto central de apoyo la caída de la túnica en la piedra, destacando el acabado de los pies para representar el esfuerzo del peso del madero.
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